
Hoy queremos compartirles una emocionante historia que nos llena de alegría y esperanza, protagonizada por un grupo de niños y niñas que están haciendo una gran diferencia en su comunidad. Desde el proyecto Casa Común del Centro Loyola Reina, estos pequeños ambientalistas se han embarcado en una aventura fantástica: cuidar y embellecer su parque local, conocido ahora por ellos como el «Parque de la Felicidad».
El Surgimiento del Parque de la Felicidad
Este proyecto no solo se centra en aprender sobre el medio ambiente, sino que también busca empoderar a los niños y niñas para que se conviertan en agentes de cambio en su entorno. Durante varias semanas, han estado trabajando juntos, compartiendo ideas y descubriendo las pequeñas acciones que pueden tener un gran impacto en su comunidad.
Desafíos en el Parque Carlos Juan Finlay
La primera parada de esta travesía fue el Parque Carlos Juan Finlay, un espacio que, aunque querido por todos, ha enfrentado varios desafíos que han mermado su belleza y funcionalidad.
Los beneficiarios de Casa Común notaron que en el parque donde jugaban existen problemas que lo afectaban: basura esparcida por doquier, asientos desgastados y poco cuidados, suciedad de animales, desorden… Con determinación y ánimo decidieron que era hora de tomar acción.
Identificando Problemas en el Espacio Común

Después de muchas pláticas y dinámicas grupales, llegaron a la conclusión de que el primer paso para convertirlo en el Parque de la Felicidad era establecer «normas de convivencia».
Con gran creatividad empezaron a imaginar cómo querían que se viera su parque ideal. A través de dibujos, debates y mucha imaginación, cada uno expresó su visión de un lugar alegre y respetuoso, lleno de risas y aventuras.
Creando el Mural de Normas
Así fue como nace el mural de normas, una obra que no solo serviría como recordatorio de las reglas, sino que también reflejaría su sueño colectivo: un parque lleno de vida, color y armonía. Durante las sesiones, cada niño y niña aportó sus ideas sobre qué debería incluirse en el mural. “Llenar el parque de flores”, “no arrojar basura en el piso”, «cuidar la limpieza de manera general» y “respetar a los demás mientras jugamos” fueron algunas de las propuestas más repetidas.
Con estas ideas en mente, se empezó a trabajar en el diseño del mural. Las manos pequeñas se llenaron de pintura y entusiasmo, convirtiendo un espacio gris en una explosión de colores y mensajes positivos.

La Inauguración del Mural
El mural no solo es un conjunto de normas; es una verdadera obra de arte que representa los sueños, deseos y compromiso de los niños y niñas con su comunidad. Hace unos días pudieron disfrutar de la inauguración. Allí, en su querido parque, cada uno se sintió parte de algo grande, algo significativo.


Impacto en la Comunidad y el Medio Ambiente
La jornada fue celebrada con juegos, risas y un picnic final en los jardines del Centro Loyola Reina. Padres, abuelos y amigos se unieron a la celebración, admirando el trabajo realizado por los más pequeños. Resultó asombroso ver cómo ellos han logrado inspirar a su comunidad para hacer cambios positivos.
Desde el proyecto «Casa Común» han cumplido una de las primeras misiones propuestas para articular la participación infantil y promover la responsabilidad ambiental. A través de este proyecto, los beneficiarios no solo aprendieron sobre el cuidado del medio ambiente, sino también sobre la fuerza del trabajo en equipo y la importancia de ser ciudadanos activos.
Un Símbolo de Esperanza y Unidad
El «Parque de la Felicidad» o «Carlos Juan Finlay« es un símbolo de lo que puede lograrse cuando se une la comunidad en torno a un objetivo común: cuidar el medio ambiente.
Así que si alguna vez te encuentras visitando la comunidad de Los Sitios, asegúrate de pasar por el «Parque de la Felicidad». Estará lleno de risas, colores, y sobre todo, del esfuerzo y dedicación de un grupo de niños y niñas que decidieron transformar su mundo comenzando por algo básico: un mural de normas.


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