El 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres y las Niñas, el Centro Loyola Reina se convirtió en un espacio de encuentro, reflexión y esperanza.

Bajo el liderazgo del proyecto Mujeres de Hoy, la jornada estuvo marcada por gestos simbólicos, actividades comunitarias y momentos de profunda resonancia emocional que dejaron huella en quienes participaron.
Un mural de infinito amor y apoyo
Desde temprano, el mural “Deja tu huella” se transformó en un punto de convergencia.
Allí, mujeres, hombres, jóvenes y familias compartieron mensajes de apoyo, frases de sororidad y compromisos personales contra la violencia.
Cada palabra escrita y cada fotografía tomada frente al mural se convirtieron en testimonio de una comunidad que se reconoce diversa, pero unida en la defensa de la vida y la dignidad femenina.

En los pasillos y en las calles, el naranja
El color naranja, símbolo internacional de esta lucha, inundó los pasillos y espacios del Centro Loyola.
Colaboradores, trabajadores y familias se vistieron de este tono vibrante, recordando que la visibilidad es también una forma de resistencia.
El naranja no fue solo un color, sino un llamado a la conciencia colectiva: la violencia contra las mujeres no puede seguir siendo invisible ni normalizada.
Invitar a un mundo sin violencia
La jornada trascendió los muros del centro y se extendió a las calles.
Con pulseras en mano, voluntarios y participantes se acercaron a transeúntes para entregar este pequeño símbolo de compromiso.
Cada pulsera llevaba consigo un mensaje: la invitación a reflexionar, a sumarse a las actividades y a reconocer que la no violencia es responsabilidad de todos.
Fue un gesto sencillo, pero poderoso, que conectó al Centro Loyola con la ciudad y con la vida cotidiana de quienes recibieron el detalle.
Romper el círculo de violencia
El cine también tuvo su espacio en la jornada. La proyección de la película “Romper el círculo” abrió un diálogo sobre las dinámicas de violencia y la necesidad de reconocerlas para poder transformarlas.

La obra sirvió de espejo y detonante para el conversatorio que siguió, donde mujeres compartieron experiencias de su día a día, visibilizando cómo la violencia se manifiesta en lo íntimo, lo laboral y lo comunitario.
Escuchar esas voces fue un acto de valentía y, al mismo tiempo, un recordatorio de que la transformación comienza en lo cotidiano.
Construir independencia
Mientras tanto, las jóvenes del proyecto Mujeres de Hoy continuaron con sus talleres de oficio.
Estos espacios, más allá de la formación técnica, representan un camino hacia la independencia económica y el desarrollo personal.
En el marco de la jornada, su trabajo adquirió un significado aún más profundo: la autonomía es también una forma de romper con los ciclos de violencia y abrir puertas hacia un futuro más justo.
Decir NO por todas
La jornada del 25 de noviembre en el Centro Loyola Reina no fue solo una conmemoración, sino una experiencia integral que combinó reflexión, acción y esperanza.
Cada actividad, desde el mural hasta las pulseras, desde el cine hasta los talleres, tejió un mensaje común: la violencia contra las mujeres y las niñas no tiene espacio en la sociedad que queremos construir.



Al caer la tarde, quedaba la certeza de que lo vivido no fue un evento aislado, sino un paso más en un camino colectivo. Un camino que exige constancia, valentía y compromiso. Porque la pregunta que resonó en cada rincón del centro fue clara: ¿qué huella queremos dejar en la lucha por un mundo libre de violencia?
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