Un Espacio para Todas las Generaciones
El pasado viernes 31 de enero, el Centro Loyola Reina se convirtió en un escenario de risas, estrategias y conexión familiar. Más de 50 personas, entre niños, adolescentes, jóvenes, adultos y adultos mayores, se reunieron en el Teatro del Centro para disfrutar de una tarde de juegos de mesa que trascendió edades y generaciones. Desde el Clásico Bingo hasta el desafiante Jenga, pasando por el siempre divertido Parchís, cada mesa fue un punto de encuentro donde la diversión y el aprendizaje se dieron la mano.

«Me pegué», «Dale, no tumbes la torre», «A ver si lo adivinan…»
Frases como estas resonaron en cada rincón del espacio, creando un ambiente lleno de complicidad y alegría. Pero no se trató solo de juegos tradicionales. El emprendimiento Terraludo aportó una selección de juegos innovadores, diseñados para fomentar el trabajo en equipo, la creatividad y la innovación. Estas competencias, claves para el emprendimiento, se alinean con los objetivos del proyecto Mujeres de Hoy, que busca empoderar a mujeres en situación de vulnerabilidad a través de la formación y el desarrollo de habilidades.
Más que Juegos: Un Puente entre Generaciones
Lo más destacado de la tarde no fue solo la variedad de juegos, sino la conexión intergeneracional que se logró. En una misma mesa, era común ver a un niño de 8 años compartiendo estrategias con un adulto mayor, o a un adolescente riendo junto a sus padres mientras intentaban mantener en pie la torre de Jenga. Este fue el verdadero triunfo del evento: demostrar que, a través del juego, las diferencias de edad se desdibujan y lo que prevalece es la alegría de compartir.

Terraludo: Innovación y Tradición en un Solo Lugar
El equipo de Terraludo no solo trajo juegos, sino también una filosofía: aprender jugando. Sus propuestas, que combinaban desafíos mentales con dinámicas colaborativas, captaron la atención de grandes y pequeños. «Estos juegos no solo entretienen; enseñan a pensar, a crear y a trabajar juntos», comentó uno de los participantes. Y es que, en un mundo donde la tecnología a menudo separa más que une, actividades como esta son un recordatorio de que lo simple puede ser profundamente transformador.



Una Tarde que Deja Huella
El evento no solo cumplió con su objetivo de ser un espacio de esparcimiento familiar, sino que también sembró semillas para futuras iniciativas. «Queremos que esto sea solo el comienzo», afirmó uno de los organizadores. «Ver a tantas generaciones compartiendo, riendo y aprendiendo juntas nos inspira a seguir creando espacios como este».
Y mientras los participantes se despedían, con sonrisas y planes para la próxima reunión, quedó claro que esta tarde de juegos fue mucho más que una actividad: fue un acontecimiento que unió corazones.

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